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lunes, 12 de mayo de 2014

Indochina. La ruta del Dragón

Mi primera sensación a nuestra llegada a Hanoi, tras el desconcertante trámite de los visados en la aduana, cosa que hay que tomarse con mucha paciencia y filosofía, fue … “¿me habré equivocado eligiendo el destino? ¡¡Esto es un caos!! “…

Vietnam es un país de contrastes continuos, las 4 estaciones climáticas, las montañas y el caracter más cerrado de la gente en el Norte contra las 2 únicas estaciones, las llanuras y las sonrisas del centro y el sur del país.
Empezamos como hace casi todo el mundo por Hanoi, una ciudad donde reina el desorden ordenado, las motos y la gente por todas partes. Son gente que vive en la calle, trabajan, comen, quedan, se divierten y viven fuera de casa, y casi siempre rodeados de familiares o amigos.


Visitamos templos y pagodas; paseamos y fuimos de compras por el barrio viejo; nos mezclamos con el tráfico, en las tiendas y los mercados; asistimos a un teatro de marionetas en el agua- tradición ancestral que surgió de las inundaciones de las épocas de lluvias-; comimos en restaurantes donde al principio la única manera de pedir comida era fiarte de lo que comía el de al lado o de tu intuición, aunque el resultado fue muy bueno, porque resultó que la comida y la cerveza es buenísima en general; nos contaron historias de las guerras contra los franceses, los chinos, los jemeres y los americanos y vimos el rastro de esas guerras por toda la ciudad … y luego por todo el país.

Nos fuimos también de excursión y visitamos los parajes tranquilos de Ninh Binh y Hoa Lu, con sus ríos poco profundos que serpentean bajo cuevas …

De Hanoi viajamos en tren nocturno a la región de Sapa, una zona montañosa del norte donde las terrazas para cultivar arroz crean un paisaje espectacular. Allí hicimos una marcha a pie por esas montañas, mezclándonos allí y en el mercado de Bac Ha con las gentes de las aldeas, gente que pertenece a grupos etnicos de la zona: los H’mong, los Tay, los  Dao Do… y cuyos atuendos tradicionales nos llamaban poderosamente la atención.
 
http://viajeindochina.com/destinos/vietnam/bahia-de-halong.html

Tras las montañas, cambiamos de escenario, y a nuestra llegada a la Bahía de Halong descubrimos un paisaje fantasmagórico por laniebla, un escenario de película de piratas difícil de describir en el que nos adentramos a bordo de nuestro “junco” y navegamos rodeados de los casi 2000 islotes de la Bahía que, según la leyenda, fue creada cuando en la lucha contra los invasores chinos, un dragón se lanzó al mar y al caer agitó la cola, golpeando ésta la tierra y creando profundos valles y grietas que acto seguido fueron innundados por el mar, creandose así una infranquable barrera natural.

Viajamos tranquilamente ya con sol sorteando estos islotes, visitamos cuevas espectaculares, un mirador donde asistir a un bonito atardecer y una playa donde darnos un chapuzón. Sin duda, un lugar mágico e inolvidable donde parar en mitad del viaje a recuperar fuerzas.

Forzados por las crecidas de los ríos debidas a las lluvias de temporada, cambiamos a última hora el orden de las siguientes visitas y viajamos a Hue. Una ciudad hoy relativamente moderna ya que en su día fue totalmente arrasada por la guerra contra los americanos, y donde encontramos una vez más la fuerza de los vietnamitas, que han reconstruído gran parte de la destruída antigua ciudadela para que podamos contemplar la impresionante , ciudad imperial, con sus templos, sus palacios y sus jardines. Un paseo por el Río del Perfume nos llevó también a la Pagoda de Thien Mu, especial en su construcción, y a los mausoleos Nguyen, sitios todos que reflejan la grandiosidad que reinó en su tiempo en esta zona.

Tras Hue, tomamos la carretera, y atravesando el “Paso de las Nubes” – una montaña llena de curvas desde donde se obtienen unas inmejorables vistas de la Bahía de Danang – y tras visitar las famosas Montañas de Marmol, llegamos a la ciudad de Hoi An, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO para conservar el entramado de las calles, su puente japonés, las casas, y casi la forma de vida tradicional de la ciudad de la seda. Se trata de un pueblo encantador donde pasar un par de días y aprovechar para alquilar una bicicleta e ir a la playa, visitar sus casas típicas, ir al mercado, cenar a la orilla del río, darse el gusto de encargar vestidos, trajes y ropa de seda a medida que te confeccionan en apenas uno o dos días, y de paso visitar las ruinas Cham de My Son, también protegidas por la UNESCO.
Sin duda este entrañable pueblo lo guardo como uno de mis puntos preferidos del viaje.

http://viajeindochina.com/destinos/vietnam/hue.html

Nos tocaba ahora viajar al sur, a Ciudad Ho Chin Minh, la antigua Saigon, capital del Vietnam del sur antes de la unificación. El cambio fue radical, ya que pasamos de la tranquilidad relativa del norte y centro a la actividad incesante y casi occidental de esta ruidosa ciudad en creciente desarrollo, con sus rascacielos, su moderna zona comercial, donde las grandes marcas pelean por un hueco donde abrir sus tiendas, y sus bulevares. De ahí nos escapamos para ver el templo de Cao Dai y los túneles de la guerra de Cu Chi, donde nos icimos una idea de cómo tuvieron que vivir las gentes de la zona durante los bombardeos americanos.

Y como guinda y colofón, el salto a Siem Reap, ciudad eminentemente comercial y de ocio nacida al abrigo de uno de los recintos arqueológicos más impresionantes del mundo, la ciudad de Angkor.
Cuando llegamos, nos trasladamos a unos kilómetros, y visitamos el poblado flotante del lago Tonle Sap, nacido al paso del río Mekong, donde la gente se ha acostumbrado a vivir de y sobre el agua.
Y ya al día siguiente empezamos nuestras visitas en taxi, tuc tuc y bicicleta de Angkor, un lugar descubierto, cuando estaba a punto de ser tragado por la selva, en el siglo XVIII, pero que tiene casi 1200 años de antigüedad, y donde destacan el famoso templo de Angkor Wat, su Bayon, y multitud de templos, cada uno con su personalidad propia. Un lugar con una luz y una magia que en los días y las horas más tranquilos, cuando no tropiezas con cientos de turistas, te traslada a su paz original, cuando los monjes que lo habitaban recorrían los silenciosos e interminables corredores de piedra, sus estanques y jardines en pos de la paz interior que predica, y termina por contagiar tras casi tres semanas de viaje, el budismo.

http://viajeindochina.com/destinos/camboya/siem-reap.html
He empezado diciendo que cuando llegamos casi me quería dar la vuelta, pero en el avión de regreso a España, me di cuenta de que Vietnam en particular, y Asia en general, me habían enganchado, y de que como siempre me pasa … ¡¡quiero volver!!

Fuente: http://blog.nautalia.com/indochina-la-ruta-del-dragon/

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